El Compostela da la espalda al juego con el que maravilló a aficionados y rivales (Artículo de opinión)
La SD Compostela, si bien en cuanto a los resultados sigue en la línea de un equipo mediano en la Segunda B, ha comenzado a experimentar un importante deterioro de su juego.
Desde la llegada de Fredi hace poco más de un año, en el conjunto blanquiazul apostó decididamente por una filosofía y estilo de juego ofensivo, atractivo, de tratar bien el balón, hacer goles, y fomentar el espectáculo. Los goles acaban llegando por la insistencia y si bien la defensa no era demasiado expeditiva, la posesión de la pelota se convirtió en la mejor defensa posible. Con momentos mejores y peores, pero lo cierto es que la apuesta cuajó y el éxito fue rotundo: ascenso a Segunda B con una brillantísima fase de ascenso en la que la SD fue sobradamente superior a cualquiera de los que se interpuso en su camino.
Y esta temporada, en Segunda B, el Compostela empezó dando continuidad a su fórmula de éxito. La práctica ausencia de refuerzos que mejoraran lo que había, el tardío comienzo de la pretemporada y las mayores exigencias de una categoría superior impidieron que esta vez ese juego se tradujera en tan buenos resultados.
Pero lo cierto es que ese estilo nos mantuvo siempre con la cabeza bien alta. Puede que nos dejáramos un buen número de puntos pero el equipo siempre se ganaba el halago de la hinchada, tanto la compostelanista como la rival. El Ourense pidió la hora y la tensión pudo palparse en sus seguidores hasta el último segundo, que reconocieron lo igualado del encuentro. El Avilés tuvo que sufrir lo insufrible para sacar un punto de milagro, y la Cultural tuvo que dar las gracias por aguantar un empate en su propio feudo. Y qué decir del encuentro frente al Zamora. El conjunto castellano llegaba crecido a San Lázaro con su liderato y un completo vendaval de fútbol blanquiazul lo puso de vuelta y media.
En resumen, éramos un equipo nunca inferior al rival y en la mayoría de ocasiones superior. La sensación era de que con algo más de pólvora y contundencia defensiva podríamos dar batalla en los puestos más altos. Pero luego todo empezó a cambiar. Contra el Racing, el equipo posiblemente más poderoso de la categoría, llevamos un duro palo y entonces el estilo de juego fue mutando. No repentinamente, pero sí paulatinamente.
Al principio este cambio quedó enmascarado por dos victorias consecutivas. Lo cierto es que fueron dos partidos en casa, uno contra un hundido colista, y otro con gol de penalti en el último minuto.
En Ferrol la historia fue bien distinta y caímos por nuestra racanería en el juego y escasa ambición. Por último, el encuentro de esta jornada, donde la transformación de nuestro inicial estilo se vió completamente consumada.
De un estilo preciosista, llamativo, que enganchaba a la afición, que nos hacía sentir fuertes, que nos daba superioridad en el partido, a un juego de constante pelotazo arriba. Sin retener el balón, sin dejar apenas que toque el suelo.Centro del campo inexistente. Todo un atentado contra nuestra inicial y exitosa filosofía. Y lo cierto es que si antes se pensaba que podíamos llegar más alto, viendo el partido del domingo la sensación es de que no podemos aspirar a más. Con la pérdida de la ambición en el juego, hemos perdido la ambición en la tabla.
Cada uno que extraiga sus propias conclusiones. Pero creo que este equipo debe volver a sus orígenes y que haga lo que mejor sabe hacer: jugar al fútbol. No hay que abandonar el ideal que nos llevó hasta aquí. No sin recoger todos los frutos que aún puede dar. Es probable que no ascendamos. Pero podemos volver a ser el equipo más admirado, del que el aficionado se enorgullezca plenamente, y a la larga a buen seguro los éxitos se repetirán.